Sunday, February 28, 2010


MURAKAMI: EL PLACER DE UNA LECTURA KITSCH


Acabo de terminar la lectura de Tokio blues; norwegian wood de Haruki Murakami y me ha divertido profundamente, aunque de hecho no sea más que un bestseller que se encargue de ofrecerme sensaciones prefabricadas para que no tenga que esforzarme en comprender a los personajes, las situaciones y las emociones que deberian sobrevenirme. Pero si de mi dependiera, la soma de mi mundo feliz serian las obras de Murakami. Cierto es que hay una diferencia entre las novelas romanticonas de la línia Tokio Blues, Sputnik mi amor..de las mísitico-metaforicas que se ofrece en Kafka en la orilla, o en La fin del mundo y un despiadado país de las maravillas; pero al final, también estas últimas se reducen a una acomulación de tópicos, que se superponen, eso si, con gran creatividad.
Puede decirse pues que la literatua de Murakami es un método de reafirmación cultural que pretende substituir los estímulos que se producen en el mundo del arte por otros de preconcebidos. Así es como Umberto Eco define la cultura Kitsch como forma encubierta de Midcult, que se erige como placebo contemporanio de las avanguardias. Lo Kitsch se perfila como toda forma de pseudo-arte esterotipada, nacida para el gran público de massas, con la intención de ser rompedor, pero, a la vez, concebible en el si de la cultura de los massa media. Pero aún así, la narrativa del japonés ofrece una visión original de los hechos, nos introduce en un juego donde todo lo que se nos perfila com kitsch, quizá es lo que menos importa. La personalidad de sus obras transluce más que los tópicos: por eso Murakami me divierte.

Saturday, February 20, 2010


PROVIDENCE

"Alrededor de la inflación erótica actual y de lo porno, una especie de denuncia unánime reconcilia a las feministas, a los moralistas, los estetas, escandalizados por el envilecimiento del ser humano rebajado a la categoría de objeto y por el sexo-máquina que disuelve las relaciones de seducción en una orgía repetitiva y sin misterio. Pero ¿y si lo esencial no estuviera ahí, y si lo porno propiamente fuera una figura de seducción? ¿Pues qué otra cosa hace, sino destruir el orden arcaico de la Ley i de la Prohibición, abolir el orden coercitivo de la Censura y de la represión en beneficio de un verlo-todo, hacerlo-todo, decirlo-todo, que define el trabajo mismo de la seducción?"

No se me acude mejor forma de definir la novela metaficcional de Juan Francisco Ferré, Providence, que con estas palabras de Gilles Lipovetsky, que acotan el carácter de seducción (o sexducción) de la sociedad posmoderna. El malagueño consigue apartar la lector de la realidad, y de la "realidad" que narra la historia personal de Alex Franco, director y profesor de cine, a partir de acentuar el carácter posmoderno de su personaje y de la sociedad americana y americanizada en la que se inscribe a partir de su estancia en Providence (la ciudad).
Las escenas sexuales se superponen unas a otras en un regreso que parece, va a ser infinito. Se interpelan hasta al punto de conseguir elevarse a la irrealidad, a lo cual ayudan los polvos azules que toma Álex, el videojuego Providenz, el guión facilitado por Delphine..
Pero, des de mi punto de vista, hay dos personajes claves: la aparición fáustica en Marrakesh, y Darth Vader. El primero, y espero no sobrepasar los límites de la hermenéutica, supone la personalización y concreción del sistema posmoderno: una máquina de seducción, de permisividad, de promesas (el american way of life, omnipresente en la novela), de futuro, de realización, etc..Y no creo que sea casualidad que justo después de este encuentro, Álex Franco se vea propulsado al microcosmos de Providence (la ciudad) que tiene su Dios particular (Lovecraft), lugar donde la realidad se expande hasta sus límites más oscuros para transcenderse a sí misma y dejarnos (a los lectores) solo los vestigios de esta metaficción llamada realidad.
El segundo personaje, escondido bajo el disfraz de Darth Vader, junto con su sequito de presidentes de los Estados Unidos, se encarga de devolver a Álex a la "realidad" (que difícil nos ha puesto usar esa palabra para hablar de su novela). Darth Vader, una figura descompuesta por la sociedad, expulsada por ella, i reconstruido biotecnológicamente por ella le muestra una verdad (que no la Verdad)a Álex Franco. "No busques a Providence en Providence".
Para terminar, solo quiero alabar la canción de Placebo escogida por Ferré al final de la obra, que sirve de banda sonora de la deconstrucción de Álex Franco, ese personaje stirneriano perdido en un universo voluble de la permisividad universal; perdido en el "verlo-todo, hacer-lo todo, decir-lo todo". Protect me from what I want, parece gritar Álex, Protect me from what I want.